Nos enviaron a patrullar. El escuadrón estaba agotado, la moral por los suelos. Entonces uno de nuestros muchachos explotó.
Emboscada.
Rodeados.
Nuestro día de suerte.
Intentamos detenerlos y llamamos por radio para evacuar, pero el helicóptero no llegaría a menos que la zona de aterrizaje estuviera despejada.
Tuvimos que aguantar. Tuvimos que sobrevivir...